"Libérate de cualquiera que te haga sentir que eres demasiado difícil de amar".
Leí esta frase hace unos días y quedó resonando en mi cabeza por horas. Resumía perfectamente todos los motivos por los cuáles mi ex creía que no teníamos futuro. "Sos muy calentona", "Odias todo", "Te llevas mal con tu familia", "Te molesta todo lo que hago". Que facilidad para reducir situaciones críticas a motivos, ¿no?. Pero es su mecanismo de defensa, cuando las cosas van mal, abandona el barco y me echa toda la responsabilidad a mi, como si el fuera Mahatma Gandhi. Sin embargo, el mes previo yo ya había entendido todo y sabía lo que tenía que hacer. No podía quedarme al lado de una persona que no quería crecer porque yo sí quería crecer. Así que lo pensé, lo pensé, lo pensé, intenté convencerme de que podía cambiar, no pude y lo dejé. Lo dejé convencida de que iba a seguir siendo así por años, que su desinterés no era solo para conmigo sino para con todos los que intentan marcarle las reglas del juego, que nunca jamás iba a querer lo mismo que yo, que no le va a interesar jamás que yo esté bien mientras el tenga satisfechas sus necesidades de adolescente. "Vos te pensas que yo quiero estar de jodita en jodita, de relación en relación y no es así, tengo que dejar de romper los huevos". A los cinco días de cortar lo etiquetaron en fotos de boliche, a los seis días le sacaron el carnet por manejar borracho y le hicieron una multa, a los siete días apareció en el Instagram de mi cervecería preferida, y, a los quince días, en una foto con su ex novia. Me abracé a mi misma por haber confiado en mí aquel 13 de septiembre, por haberme animado a hacer lo que tenía que hacer por mi, lo que me debía a mi misma.
Lo llevé muy bien porque tomé la decisión con consciencia. No lloré ni un solo día. Quizás también era el hartazgo. Obvio que no dejé de pensar en el ni un solo día pero desde otro lugar. Ya no estaba enamorada de mi primer amor. Le había dado muchas oportunidades distintas y en todas me rompió el corazón. Creo que ahora por eso no puede mirarme a la cara. Yo jamás lo hubiera traicionado porque me criaron leal, sincera, fiel. Jamás lo hubiera dejado caer. Pero bueno, ya saben cómo son los Cáncer. Cerrados, se llevan todo a la tumba. Y a veces te llevan con ellos. No esta vez.
Agradezco al Universo por haberme dado el don de ver a través de los ojos de las personas y de sentir a kilómetros de distancia. Toda la semana sentí que el estaba siendo infeliz, que estaba haciendo cosas por inercia, que no se encontraba en su lugar y que no sabía cómo decirlo para no lastimar a alguien más. Hoy lo vi. Todas mis intuiciones se confirmaron. Todo lo que pensé que iba a pasar, pasó. Es infeliz, se le ve en los ojos. Se está matando de a poco. Hoy me vio. Vi la tristeza en sus ojos, escuché el miedo en mi oído cuando me saludó, sentí sus nervios cuando su mejilla se chocó con la mía. Sabe que puedo ver su alma. Calma, a mi no me tenes que demostrar nada porque ya no estamos más juntos. Solo puedo sugerirte que te veas y te escuches, vos sabes qué estás haciendo bien y qué estás haciendo mal. No seas infeliz. No te conformes con poco. Vos y yo sabemos que existe un amor más grande que todo que nos conecta. Nosotros lo vivimos, lo sentimos, lo tuvimos en nuestras manos. Ojalá llegue el día que te des cuenta de que tu vida vale mucho, que podes tener todo el mundo a tus pies. Ojalá entiendas que las drogas no te llevan a ningún lado, ojalá algún día puedas entenderme o recordar todas las noches que pasé hablándote de eso. Yo sé que hay más en vos para dar pero no voy a estar ahí para verlo. Ojalá tengas a tu lado a una mujer que te ame y que ames como a nada en el mundo, ojalá tengas hijos por los cuales levantarte todas las mañanas para intentar ser una mejor persona, ojalá tengas a tu familia y a unos amigos que te inspiren a ser sano para compartir con ellos.
No finjas más. No le mientas más. No te mientas más.
Ni vos ni yo somos difíciles de amar.